CDMX,MX/Notired.com.mx/NRMX.-  

El primero de julio fueron inauguradas las oficinas de la Refinería de Dos Bocas en Paraíso, Tabasco.

El presidente cortó el listón de la que puede ser la última inversión importante en este tipo de tecnología sucia. Y es la primera en 47 años en nuestro país.

Más allá de la apología electorera en todas sus acciones de gobierno, Andrés Manuel quiso invertir una de las tres obras más importantes en su gobierno, en la entidad que lo vio nacer.

No se concibe esa monumental obra, aun a medias, sin la polémica que genera en torno a ella. 

De entrada, López Obrador ignoró de todas las advertencias de invertir 8 mil millones de dólares –cifras oficiales-, hasta 18 mil millones de dólares, según expertólogos, y prefirió hacerlo en energía sucia cuando el cambio climático y la tendencia por las energías “limpias” dominan el discurso internacional.

De los resultados, que esperemos sean positivos, al menos para recuperar la descomunal inversión, se antoja un escenario complejo y complicado.

Ahora bien, los señalamientos que se vierten en torno a que la construcción de esta refinería contraviene los acuerdos internacionales para suprimir el consumo de combustibles fósiles, con razones y argumentos, cierto es también que el uso de éstos tienen vida por al menos una década más.

No se menosprecie la contraofensiva de los que niegan y reniegan del cambio climático. En Estados Unidos, el país con las mayores reservas de petróleo en el planeta, la semana pasada la Corte Suprema limitó al gobierno de Biden para combatir la emisión de gases invernadero.

No es bueno para el planeta ni para la humanidad que continúe la irresponsabilidad de contaminar el medio ambiente, sin embargo, los que impulsan las energías limpias no dan señales de hacerlas accesibles para todos. 

Baste revisar los costos de un auto eléctrico, paneles de energía solar, nuclear, biogás, eólica, hidráulica o hidroeléctrica para darnos cuenta que del discurso a la realidad existe una zanja tan grande como la circunferencia de la tierra.

El presidente quiere devolver algo de dignidad al sureste mexicano, porque por décadas les fueron saqueados sus recursos naturales a cambio de nada.

La incongruencia de AMLO radica en que muchos de los funcionarios que son responsables de ese saqueo a los recursos naturales en el sureste mexicano, ahora son parte esencial de las políticas públicas en materia energética de este gobierno.

Paradójicamente, con ese legitimo deseo del mandatario federal por reivindicar a los suyos, descobija a sus gobernados del norte.

Amén de haber eliminado fideicomisos funcionales y eficaces que ayudaban a miles de personas y familias, también abandonó a su suerte a los chihuahuenses.

En concreto, con esa pésima costumbre de tener dos bocas para tratar a los suyos y a los que diferimos de él, Andrés Manuel se olvidó de concluir y echar a andar el hospital de especialidades de Juárez.

Bocón como es, el oriundo de Macuspana no se tentó el corazón para eliminar, o al menos reducir al mínimo, los recursos para seguridad. 

Honrando la expresión popular “ya no digo más esta boca es mía”, el presidente prefirió la construcción del que parece ser un elefante blanco (AIFA), a asumir su responsabilidad de dar seguridad a la población.

Ese es el problema de fondo con el presidente, que tiene dos bocas, como varas, una para referirse a lo suyo y otra para tratar a los demás.

Ojalá que Dos Bocas funcione, por el bien de todos.

Es cuanto

P.D. La crisis inflacionaria mundial le está dando dividendos extras al ejecutivo federal, a través del petróleo. Ese extra se diluye en subsidio a las gasolinas ¿quiénes quieren que se elimine y mejor se destine a seguridad y salud?.